Web3
La web 3.0 es el término que se usa para describir la evolución de la world wide web hacia una nueva plataforma. Los distintos proyectos de Web3 están basados en la tecnología blockchain, que permite crear aplicaciones descentralizadas, contratos inteligentes y activos digitales. La web 3.0 pretende devolver el poder y el control a los usuarios, frente a las grandes corporaciones que dominan la web actual.
Para entender la web 3.0, es necesario hacer un breve repaso a las etapas anteriores de la web:
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La web 1.0 fue la primera fase de la web y se caracterizó por ofrecer páginas web estáticas, con contenido de solo lectura y poca interacción. La web 1.0 se basaba en protocolos abiertos, como el HTTP y maquetados en HTML, que permitieron a cualquier persona crear y acceder a sitios web. El inventor de la web, Tim Berners-Lee, creó la web como un espacio abierto y democrático, donde todos pudieran difundir información.
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La web 2.0 se caracterizó por ofrecer páginas web dinámicas, con contenido de lectura/escritura e interacción. La web 2.0 se basaba en plataformas cerradas, como redes sociales, buscadores o servicios en la nube, que permitieron a los usuarios generar y consumir contenido de forma masiva. Sin embargo, la web 2.0 también supuso una concentración del poder y datos en manos de unas pocas empresas, como Google, Facebook o Amazon, que se convirtieron en intermediarios entre los usuarios y el resto de la web.
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La web 3.0 es la tercera fase de la web, que se caracteriza por ofrecer páginas web autónomas, con contenido de lectura, escritura y ejecución y mucha colaboración. La web 3.0 se basa en cadenas de bloques, como Ethereum o Bitcoin, que permiten a los usuarios crear y gestionar su propio tipo de activos digital, sin depender de intermediarios ni autoridades centrales. La web 3.0 también supone una descentralización del poder y los datos, que se distribuyen entre los nodos de las redes basado en blockchain.
Algunas de las características y ventajas de la web 3.0 son:
Las aplicaciones descentralizadas (DApps) son programas que funcionan sobre una red blockchain, sin servidor central ni entidad que las controle. Las DApps pueden ofrecer servicios similares a los de la web 2.0, pero con mayor seguridad, transparencia y resistencia a censura.
Los contratos inteligentes son acuerdos digitales que se ejecutan automáticamente cuando se cumplen unas condiciones. Los contratos inteligentes pueden facilitar transacciones comerciales, financieras o legales, sin intermediarios ni riesgos de fraude o incumplimiento.
Los activos digitales son bienes o derechos que existen en forma digital y que tienen valor económico o social. Los activos digitales pueden ser desde criptomonedas hasta tokens no fungibles (NFT), pasando por identidades o certificados digitales. Los activos digitales pueden ser creados, intercambiados o almacenados en una cadena de bloques, con mayor eficiencia, seguridad y trazabilidad.
Las organizaciones autónomas descentralizadas (DAO) son entidades colectivas que operan sobre blockchain, siguiendo reglas codificadas en contratos inteligentes. Las DAO pueden tener diferentes fines o propósitos, como gestionar un fondo común, proveer servicios o coordinar una acción colectiva. Las DAO permiten a los usuarios participar en la toma de decisiones y beneficiarse de resultados, sin jerarquías ni burocracias.
La web 3.0 continua en desarrollo y enfrenta desafíos técnicos, sociales y regulatorios. Sin embargo, cuenta con el apoyo de una comunidad creciente de desarrolladores, emprendedores e inversores, especialmente en el ámbito del capital riesgo y del Silicon Valley. La web 3.0 promete ser una revolución tecnológica y social, que puede cambiar la forma en que nos comunicamos, nos informamos y nos organizamos en el siglo XXI.